Ángel Borda, anarquista

Ángel Borda, probablemente el último dirigente sindical anarquista importante, alma máter de la Federación Obrera Comarcal de Diamante, Entre Ríos, que orientó la lucha de estibadores y obreros rurales de la ribera del Paraná durante los años ’30, escribió en 1929 el poema que abajo copio y que me llevé por delante estudiando el desarrollo de la conciencia de clase en el agro pampeano, hace muchos años. Fue publicado en un libro (que me regaló otro prócer del viejo anarquismo argentino, Pascual Vuotto) de la Editorial Reconstruir, que reúne textos suyos a modo de bien merecido homenaje. Ejemplo de «elevación» intelectual, como se decía en la época, de alguien que sale muy de abajo.

Hoy he insultado al capataz.
¡Por fin soy un hombre y he vencido
la cobarde timidez que me aplastaba!
Lo mandé al reverendísimo carajo
y le hubiera aplastado la nariz
pero huyó acobardado el gran cabrón
Y yo reí con limpias carcajadas
De hombre nuevo de libertado espíritu.
Aventados están ya los días vergonzosos
y solo tengo límpidas mañanas.
¡Al diablo el cavilar y los rezongos
de las pasadas horas humilladas!
Entiendan bien señores ricachones:
den gracias a sus dioses cogotudos
y rueguen por la salvación de los pescuezos,
Sus cabezas, sus barrigas y sus millones.
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