Ejemplos en la vacunación

El plan de vacunación de no funciona en Argentina y no es por el tamaño geográfico, sino por la corrupción de los gobernantes. Publicado en Perfil.com

Si hablamos de coronavirus, el ejemplo de Serbia demuestra que no es necesario ser una potencia para estar entre los primeros en vacunación. El de Uruguay, que se puede empezar tarde, pero avanzar rápido, sin estar en el Primer Mundo. No es una cuestión de tamaño: el que se puso en marcha a tiempo y sin prejuicios ideológicos, hoy tiene vacunas. El que tiene plata, también. No hay excusas. Si la Argentina está apenas un punto por encima del promedio mundial, que reúne a una mayoría de países cuya tasa de vacunación es cero, y al borde de ser superada, de nuevo, por el Brasil de Bolsonaro, no se debe a la falta de vacunas en el mundo.

Nuestro plan de vacunación no va ni bien ni mal. No va. Porque recibe, a cuentagotas, lo que encuentra por allí, como ese meme en el que se ve a Alberto encargando empanadas por teléfono: “dos rusas, una china, tres de Oxford…” Para peor, no hay orden ni criterio: ni los ancianos de los geriátricos, ni el personal de salud, ni los docentes han sido completamente inmunizados. Se ha vacunado a cualquiera, entendiendo por tal a un porcentaje nada despreciable de parientes y amigos del poder.

Esta abominable corruptela pasaría desapercibida si la jeringa llegara pronta a millones. Pero no hay vacunas, por compromisos políticos asumidos a partir de criterios distintos de los sanitarios y porque no hay plata. Los alineamientos de Cristina con Rusia y China nos comprometieron con gente que vendió lo que no tenía. Lo de Oxford-Astra/Zeneca, por su lado, es parte de las relaciones íntimas entre el peronismo y la inútil “burguesía nacional”, ejemplificada, en este caso, con la figura de Hugo Sigman. Por último, los problemas con Pfizer son simplemente la expresión de la incapacidad financiera del país. Nadie va a venderle nada a quien no puede pagar. Y eso vale también para aquellos a los que el kirchnerismo ha entregado la tan cacareada soberanía. A China se le compra llave en mano centrales nucleares fabricables localmente, se le entrega la construcción de centrales hidroeléctricas no prioritarias, se le concede el negocio de la Hidrovía, se le permite la instalación de una base (¿militar?)  y hasta se le ofrece criar los chanchos que quieran comer sin arriesgarse a nuevas pandemias. Ni Roca hijo se atrevió a tanto con Inglaterra. Sin embargo, Chile vacuna con Sinovac, mientras los tres millones de dosis que debieran haber llegado ya, están en China, como confesó Vizzotti, en una declaración que sería graciosa si no fuera el preludio de una tragedia.

El costo de la solución a este grave problema es una moneda para un país como el nuestro. Pero es un país quebrado. Israel, Reino Unido y EE.UU. demuestran que una vacunación masiva y veloz tiene un impacto real sobre la situación epidemiológica. Lo que no impide que el problema pueda agravarse antes de alcanzar la inmunidad de rebaño, como lo expone nuestro vecino, Chile, a pesar de haber inyectado a cuatro de cada diez ciudadanos con al menos una dosis. Ni Alberto ni Cristina parecen haberse percatado del cambio radical que un éxito en este tema podría producir en el electorado, desdeñando los ejemplos de Boris Johnson y Sebastián Piñera. Masivo y rápido significa eficiente. En eso, no  Experiencia histórica que constituye un ejemplo, sí, pero de lo que no hay que hacer.

Publicado en Especial Pandemia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *