Harvey, Marx y el mundo liberotario

La utopía capitalista es la de la mercantilización completa. De allí que la venta de órganos o de bebés, no resulte un crimen a la lógica liberotaria.

Eduardo Sartelli

Encontrándome en medio de un análisis sobre las formas de, precisamente, analizar El Capital, le toca el turno a David Harvey. Es interesante esta cita para ver cómo razona Harvey sobre la obra central de Marx:

“Lo que hizo Marx en el libro primero de El Capital fue tomarse en serio los términos y teorías de la economía política clásica y preguntarse qué tipo de mundo surgiría si se consiguiera poner en práctica la visión utópica liberal de los mercados de funcionamiento perfecto, libertad personal, derechos de propiedad privada y libre comercio. Explora paso a paso lo que sucedería en un mundo construido a esa imagen. Adam Smith había pretendido mostrar que la riqueza nacional crecería y que todo el mundo estaría o podría estar mejor en un mundo de mercados descentralizados y con un funcionamiento libre (aunque el propio Smith no eximía al Estado de responsabilidades en lo que atañe a la distribución de esa riqueza siguiendo criterios más equitativos). Lo que muestra Marx es que un mundo construido según los principios del más puro laissez-faire daría lugar a una creciente acumulación de riqueza en un polo y una creciente acumulación de miseria en el otro, por lo que ¿quién querría construir un mundo que obedeciera las reglas de esa visión utópica? La respuesta es asombrosamente obvia: ¡los miembros más ricos de la clase capitalista! ¿Quién nos predica entonces las virtudes de esa visión utópica del libre mercado, y quién nos ha metido en la vía neoliberal contemporánea? ¡Sorpresa, sorpresa! Fueron los ricos los que utilizaron su poder y su dinero para persuadirnos a todos de que el mercado siempre lleva razón y de que la teoría marxista es una insensatez.” (Guía de El Capital de Marx, p. 278 de la edición de Akal)

David Harvey me produce sensaciones encontradas. Me gusta la libertad que se toma frente a Marx, aunque no estoy seguro, más bien, sí lo estoy, de que la mayor parte de las veces esa libertad no lo conduce a buen puerto. Pretendiendo una perspectiva no economicista, no teleológica, no determinista, termina por no exponer adecuadamente la metodología de Marx e, incluso, muchas de sus conclusiones. Y me parece que el problema es que no advierte adecuadamente, creo, que el método de exposición supone una concretización creciente, es decir, la introducción de nuevas determinaciones a medida que avanza la reconstrucción del objeto “capital”. No porque Harvey no sea consciente de este método de exposición (por el contrario, lo señala varias veces), sino porque reduce a “contingentes” afirmaciones que son perfectamente consistentes con el tratamiento por Marx de los fenómenos que estudia. Por ejemplo, el que hace de la dinámica de la gran industria, en su criterio, condicionado por la influencia que ejerce su focalización en la experiencia industrial manchesteriana en lugar de la de Birmingham. Si hubiera prestado más atención a la segunda, según Harvey, el análisis marxiano del derrotero de la gran industria no hubiera sido el de un dominio creciente de la concentración y centralización.

Sin embargo, Marx está haciendo un análisis general de esa trayectoria en el largo plazo, si nada lo estorbara. Para eso realiza la abstracción de determinaciones específicas que no alteran el proceso general en su lógica, aunque pueden, en la vida real dar resultados muy disímiles, anularlo o incluso revertirlo. El grado de abstracción del tomo I no es, me parece, el resultado de la pretensión polémica que expone Harvey en esta cita, aunque El Capital tiene por objeto la reconstrucción científica del objeto como base de la crítica de la ideología económica. De allí que se llame “El Capital”, es decir, el objeto, y que su subtítulo sea “crítica de la economía política”, o sea, la ideología. De allí también, que el edificio coronara con un cuarto tomo sobre las teorías de la plusvalía, texto apenas esbozado, publicado por Kautsky. Creo que, ese proceso deliberado de abstracción y concretización creciente, es simplemente la reproducción del método de investigación: el descenso a las categorías básicas y el establecimiento de sus relaciones elementales, para luego ir ascendiendo a través de todas las determinaciones dejadas de lado. Me parece que aquí Harvey confunde las ilustraciones de las ideas desarrolladas, con una afirmación “contingente”.

No obstante, la idea que esboza Harvey en esta cita no deja de ser sugerente. Finalmente, expurgado de todas sus determinaciones, excepto las más generales, el modo de producción capitalista se nos aparece como un mecanismo de ajuste automático. Evidentemente, ese “modelo” (que es “modelo” en tanto no es la reconstrucción del objeto real, algo que apenas queda esbozado en el tercer tomo y que sigue estando incompleto a menos que agreguemos allí la descripción histórica de Wallerstein o el análisis dependentista, por señalar los intentos más conocidos de introducir un nivel de concreción mucho más “realista”), que toma al obrero no en su humanidad escindida e incompleta, sino como capital variable, un simple “epsilón” al estilo de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y elimina las determinaciones que corresponden a la naturaleza y a la lucha de clases, termina en la mercantilización de todas las cosas y en las horribles realidades que describe Marx. Una prueba de ello es que, cuando la realidad se acerca al “modelo”, eso que muchos, entre ellos, Harvey, llaman “neoliberalismo”, es decir, cuando a fuerza de violencia pura e ideología obsesiva, la clase obrera es obligada a “epsilonizarse”, los resultados empalidecen a la utopía burguesa. Llegamos, por ejemplo, a la barbarie libertaria de la venta de órganos, la libre portación de armas, la justicia por mano propia y la legalización de las drogas y la prostitución.

Publicado en Liberotarios.